- Una vela de cera de abeja.
- Aceite esencial de romero.
- Un trozo de seda o algodón de color verde.
Encienda la vela. Siéntese y trate de visualizar un jardín inundado por la luz del sol, lleno de hierbas densamente aromáticas, como lavanda, tomillo, romero y salvia. Relájese y sienta el calor del sol sobre su piel. Eche una o dos gotas de aceite de romero sobre el trozo de tela verde e inspire el perfume a medida que intenta visualizar dicho jardín. Imagine que frota las hojas con sus dedos y que siente intensamente esos perfumes silvestres. Escuche el zumbido de las abejas atareadas en los arriates y vea como revolotean alrededor de las flores recogiendo, concentradas y felices, el polen. Deje volar su imaginación hacia su lugar de trabajo. Según contempla la escena, observe cómo el lugar se va llenando con el mismo enjambre de brillantes abejas. Oiga su alegre zumbido y aspire nuevamente el aroma de las hierbas. Inspire el perfume del aceite de romero y perciba cómo su inconsciente se pone a trabajar. A medida que lo hace, observe cómo su lugar de trabajo se ha convertido ahora en un lugar de muchísima actividad. Véase a sí mismo y a sus compañeros alegremente atareados, e intente percibir el satisfecho zumbido de la productividad. Cuando sienta que ha completado esta visualización, apague la vela. Llévese al trabajo el trozo de tela perfumada con el aceite de romero y disfrute de su perfume cada vez que sienta que necesita un poco más de energía.
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